El clima socio afectivo del grupo familiar y los modelos educativos de crianza tienen una influencia muy importante en cuanto a conducta favorecedora o no de la buena convivencia escolar.
Convivir pacíficamente se aprende en la vida cotidiana, principalmente en el núcleo de la familia y en el colegio, que es donde nuestros hijos pasan gran parte del tiempo. Y si a convivir se aprende, los profesores deben efectuar actividades que les permitan a sus alumnos compartir y sentirse acogidos en el grupo, previniendo situaciones de acoso y malos tratos.
Para la psicóloga Loreto Isla y el encargado de Convivencia Escolar, Antonio Bustamante, ambos del Colegio Santiago La Florida, uno de los ocho colegios que forman parte de la Red Educacional Crecemos, los académicos deben realizar actividades que permitan desarrollar un clima armónico de convivencia. Lo primordial es establecer una relación de respeto y colaboración entre los estudiantes, reforzar las acciones positivas de los alumnos, organizar dinámicas donde se reflexione acerca de la diversidad, tolerancia y buen trato, pero sobre todo contribuir a que los jóvenes generen empatía entre ellos.
Asimismo es necesario mejorar las habilidades de comunicación para que los niños sean capaces de expresarse de manera correcta, lo que les permitirá solucionar los problemas que puedan tener con sus compañeros o académicos. Según los especialistas, una buena comunicación entre dos personas se puede definir como aquella expresión que permite la transmisión verbal o gestual de sentimientos, hechos o emociones ayudando a que las partes puedan escuchar, comprender, entender y aceptar que ese es el camino correcto para encontrar una solución a lo ocurrido.
Desarrollar y fomentar el diálogo reflexivo posibilita la comprensión del conflicto como un elemento presente en la convivencia y ayuda a una gestión pacífica y formativa de los miembros de la comunidad educativa. Cada vez que se mantienen los conflictos en silencio, permanece en estado latente, lo que podría implicar una expresión posterior de violencia o el desarrollo e incremento de sentimientos de frustración, lo que también puede favorecer la emergencia de conductas agresivas.
Además es importante no ignorar ni minimizar situaciones que pueden desencadenar conflictos entre los estudiantes. Es importante generar actividades para que los alumnos y los demás integrantes del colegio participen activamente en las diversas instancias que ofrece la vida escolar y para que colaboren en la toma de decisiones. Se debe tener claro que los adultos son agentes modeladores en la conducta de los niños y jóvenes, es decir, no es suficiente con hablar de resolución pacífica de conflictos, sino asumirlo como patrón de conducta en las prácticas cotidianas. Un niño que observa relaciones conflictivas o inadecuadas entre adultos, difícilmente legitimará un discurso sobre resolución pacífica de conflictos.
Se ha comprobado que el clima armónico escolar tiene efectos sobre el rendimiento de los alumnos y mejora el aprendizaje. Además se ha establecido que una buena convivencia hará que el paso por el colegio sea recordado como experiencia agradable y emocionalmente significativa. Además, hay que señalar que una convivencia escolar positiva tiene como efectos personales y grupales,menor ausentismo escolar, disminución de conductas riesgosas; reducción de embarazos y de conductas violentas y agresivas; disminución del consumo de drogas y de conductas discriminatorias.
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